Cuando mi cuerpo se abrió
en desgarros de vida,
supe que dejaba de ser Yo
para ser Tú y Tú.
Y entonces todo se hizo pequeño:
las caricias plenas de corto recorrido,
las palabras alargadas que llegan a lo mínimo,
las noches breves de sueño fragmentado.
Ayer.
Vuestras sonrisas cambian cada día
el gesto trágico con el que la vida
afronta su representación cotidiana.
Mis manos intentan
–hasta la fatiga–
atrapar el desbordado vuelo
de vuestra alegría.
Hoy.
Tú y Tú
son palabras que crecen;
mientras,
Yo envejece.
Mañana…
Carmen:
ResponderEliminarEl Yo nunca debe empequeñecerse frente al Tú, cuando algo de eso sucede, muy mal andamos.
En tu texto muestras de manera ejemplar esa minusvalía que padece el ego cuando el otro se vuelve amenazadoramente grande.
Este texto tuyo es casi una lección de psicología, pero enseñada con bellas palabras.
Un beso.
Humberto.
Tú y Tú son palabras que crecen, mientras Yo no solo envejece, sino que otros caminos tiene por inventar, por construir (están esperando).
ResponderEliminarUn beso
Mercedes
Muy bonito el poema Carmen, pasar por tu
ResponderEliminarbonito blog es un placer.
Pasaba a dejarte mis saludos
y que tengas un buen fin de semana.
un abrazo.