Volverás a mí
cuando tus ojos solo proyecten
sombras confusas
de una realidad que se escapa.
Cuando tus dedos
distraigan carencias
amainando temblores.
Y tus piernas,
ayer bastiones de firmeza absoluta,
busquen el consuelo
de quietos remansos.
Pero volverás.
Y las tardes calladas,
ayer preludio
de noches de caos y gemidos,
mañana, antesala del silencio
de la noche eterna.
Y volverás a mí,
porque solo en mí
hallarás el camino fácil
de la última sonrisa.