Te recuerdo.
Te recuerdo firme.
Con la firmeza que te dio
la crueldad de una infancia robada.
Te recuerdo cálida.
Con la calidez que emanaba de cada beso
amigo de la noche
y compañero de la mañana.
Te recuerdo frente a mí.
Te recuerdo entera,
aun cuando tu cuerpo se engullía a sí mismo
para privarme de ti.
Acuéstate a mi lado, cielo,
me dijiste desde tu cama blanca.
Ya nadie me llama cielo.
Impresionante poema.
ResponderEliminarSubrayo: "Te recuerdo entera,
aun cuando tu cuerpo se engullía a sí mismo
para privarme de ti."
Aún tengo "la carne de gallina"
Tu sensibilidad es exquisita, Carmen
Un abrazo de "cielo" (nunca será el "cielo" de tu madre, pero ten por seguro que este también es verdadero)